Las fuentes históricas

De Herodes a Solimán el Magnífico a los peregrinos de hoy

Para la creación de la instalación multimedia Vía Dolorosa han estado seleccionadas las fuentes siguientes:

Salmo 122,1-2.8-9

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la Casa del Señor»!

¡Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales Jerusalén! […]

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz esté contigo».

Por la Casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

Jesús condenado a la crucifixión (30 d. C.)

(Evangelio de Lucas 23,4-5)

Pilato le dijo a los sumos sacerdotes y a la multitud: «No encuentro en este hombre ningún motivo de condena». Pero estos insistían diciendo: «Subleva al pueblo con sus enseñanzas en toda la Judea. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí».

(Evangelio de Lucas 23, 44-46)

Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde. El velo del Templo se rasgó por el medio. Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró.

(Evangelio de Juan 19,5-6)

Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto de color púrpura. Pilato les dijo: «¡Aquí tienen al hombre!». Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!».

(Evangelio de Juan 19,16-18)

Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado «del Cráneo», en hebreo «Gólgota». Allí lo crucificaron; y con Él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio.

Conquista de la Antonia y destrucción de Jerusalén (70 d. C.)

(Flavio Josefo, La Guerra Judía, v, 466-467 [11,4])

Los romanos, que habían iniciado la construcción de los terraplenes el día doce del mes de Artemisio 293, la concluyeron con dificultad el día veintinueve 294, tras haber trabajado en ella durante diecisiete jornadas seguidas. Eran cuatro terraplenes muy grandes. El primero fue construido por la quinta legión frente a la Torre Antonia, en medio de la llamada piscina del Gorrión 295; el segundo por la duodécima legión a una distancia de veinte codos.

(Flavio Josefo, La Guerra Judía, VII, 1)

Cuando el ejército no tenía ya a nadie a quien matar ni nada que saquear y cuando su furor carecía de todo aliciente, pues si hubieran tenido algo en que ocuparse no se habrían abstenido ni habrían tenido ningún miramiento con nada, César ordenó demoler toda la ciudad y el Templo y dejar en pie las torres Fasael, Hípico y Mariamme, que eran más altas que las demás, y toda la parte de la muralla que encerraba a la ciudad por el oeste.

El emperador Adriano y la construcción de Elia Capitolina (135 d. C.).

(Epifanio de Salmina, De mensuris et ponderibus, 14)

El emperador Adriano (durante su viaje al este, 128 d. C.) atravesó la ciudad de Antioquía, Celesiria, Fenicia, y llegó a Palestina, también llamada Judea, 47 años después de la destrucción de Jerusalén. El emperador Adriano encontró Jerusalén completamente destruida y el templo de Dios pisoteado, con excepción de algunas casas y la iglesia de Dios, que era pequeña, donde los discípulos habían subido a la habitación superior regresando del Monte de los Olivos, cuando el Señor fue llevado al cielo. De hecho, se construyó en esa parte de Sión que se había salvado de la destrucción, es decir, una parte de las casas dispersas aquí y allá en Sión y siete sinagogas que solo permanecían en Sión, como casetones. Uno de ellos permaneció como una choza en el viñedo como está escrito, hasta la época del obispo Máximo (333-348 d. C.) y el emperador Constantino (306-337 d. C.).

De cualquier modo, Adriano intentó reconstruir la ciudad, no el templo. Luego encargó a Aquila, el traductor mencionado anteriormente (que era pagano, así como el mismo Adrián). Aquila era cuñado del propio emperador y nativo de Sinope en Ponto. Lo designó entonces en Jerusalén en calidad de supervisor de las obras de construcción de la ciudad, después de otorgar a la ciudad que estaba por construir su nombre con la designación del título imperial. Y como su nombre era Elio Adriano, la ciudad se llamaba Élia.

Carta del Emperador Constantino a Macario, obispo de Jerusalén (326 d. C.)

(Eusebio, De vita Constantini 3, 30-31)

«Costantino Vittorioso, Massimo, Augusto en Macario (obispo de Jerusalén) … Por lo tanto, quiero que estén convencidos de lo que creo que todos sabemos, es decir, para mí, más que cualquier otra cosa, es importante que adornemos con hermosos edificios ese lugar sagrado que yo, por orden de Dios, he desalojado de un cúmulo idólatra como de un peso superpuesto, ya que desde el principio se ha convertido en un santo por elección divina y se ha hecho aún más santo desde que (Dios) reveló la fe en la Pasión salvífica. Por lo tanto, es apropiado que su prudencia disponga y provea  todo lo que se necesita, de modo que no solo se haga una basílica mejor que todas las demás, sino que el resto sea tal que todos los monumentos más hermosos de cada ciudad sean superados por este edificio. Sepa que la tarea de erigir y embellecer los muros (la construcción) nos fue encomendada por nuestro amigo Draciliano, vicegobernador de los prefectos y gobernador de la Provincia».

Reconquista de Jerusalén de la parte de Heraclio en 628

(Eutichio, Annali, XVIII, 7)

«Cuando Heraclio entró en la ciudad y vio cuanto habían destruido y quemado los persas, sintió una profunda tristeza en su interior. … Heraclio estableció al monje Modesto, jefe del Monasterio de Teodosio, como patriarca de Jerusalén, y le ordenó que lo acompañara a Damasco, donde le dio parte del dinero recaudado y los fondos de Palestina, para que las iglesias destruidas a causa de los persas en Jerusalén pudieran ser reconstruidas».

Carta del Califa Omar a Sofronius, Patriarca de Jerusalén (638 d. C.)

(Eutiquio di Alejandría, Los anales, p. 335)

«Sofronio, patriarca de Jerusalén, fue entonces a Umar Ibn al-Khattab. Umar Ibn al-Khattab le otorgó su protección y les escribió una carta que decía lo siguiente: “En el nombre de Dios, clemente y misericordioso. De Umar Ibn al-Khattab a los habitantes de la ciudad de Aelia. Se otorga la seguridad a su gente, a sus hijos, a sus propiedades y a sus iglesias para que no sean destruidos o reducidos a viviendas”».

(Yahia ibn Said, Annali, CSCO Ser III, t. VII, 195, sec. XI)

«Hakem escribió en Siria a Baruch, que se encontraba en Ramleh, para demoler la iglesia de la Resurrección para que no quedara nada de ella. … Se apoderaron de todos los muebles que estaban en la iglesia y la destruyeron completamente, dejando solo algo cuya destrucción era muy difícil. También destruyeron el Calvario y la iglesia de San Constantino y todo lo que había en sus fronteras y trataron de eliminar los restos sagrados … Esta destrucción comenzó el martes, el quinto día antes del final del mes de Saffar en el año 400 de Hijra (año 1009)».

Las cruzadas entran a Jerusalén ( 15 Julio 1099 d.C)

(Fulcherio di Chartres, Historia Iherosolymitana, 27-29)

«los Francos entraron con fuerza en la ciudad el viernes al final de la tarde en donde el Cristo había redimido al mundo entero desde su cruz. Al sonar de los trombones y todos acalorados, exclamaban: “Con la ayuda de Dios” y se empujó dentro de la ciudad después de haber enaltecido la bandera sobre sus muros … Sacerdotes y laicos caminaban juntos al Sepulcro del Señor y su Templo glorioso, cantando en voz alta un nuevo canto de gloria al Señor y alegremente visitaron los sitios Sacrosantos tan anhelados.

(Gesta Francorum Iherusalem expugnantium, 32)

…Estos son los lugares que los fieles venerarán dentro de la ciudad, pero la flagelación y la coronación de Cristo, la burla y todas las ignominias que sufrió por nosotros, acontecerán en sitios que ahora no es fácil de reconocer, especialmente por el hecho que la ciudad fue tantas veces arruinada y destruida.

Las voces de los antiguos e ilustres peregrinos

(Egeria, Viaje, XXXVI, 3)

Una vez habiendo llegado al Getsemaní, se lee aquella canción del Evangelio que trata de la caída del Señor. Durante la lectura de esta canción, se siente un murmullo, tal un llanto de parte de todo el pueblo junto a los llantos, estos gemidos del pueblo entero podrían ser escuchados hasta la ciudad. Y desde aquel momento se va a pie por la ciudad cantando himnos.

(Fra Ricoldo da Monte Croce, Itinerario, 1296)

Saliendo entonces … encontramos la casa de Herodes y, allí cerca, la casa de Pilato donde vemos el Litóstrotos, lugar donde el Señor fue juzgado … (y lugar donde estaba el pueblo, delante al palacio al momento en que Pilato se dirigía en dirección a ellos. Subiendo por el camino por el que Cristo subió cargando la cruz …)

(San Francisco de Asís)

Te ruego, oh, Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de todas las cosas que hay bajo el cielo, para que muera yo de amor por tu amor, como tú te dignaste morir por amor a mi amor.

Versión en latín:

Absorbeat, quaeso, Domine, mentem meam et cor meum
ignita et melliflua vis amoris Tui ab omnibus quae mundo sunt;
ut amoris Tui moriar,
qui pro amore amoris mei dignatus es mori

(Anónimo 1180, L’estat de la citez de Iherusalem, 8)

Al fondo de aquel camino hay una puerta en dirección del Templo que se llama Dolorosa. Desde allí salió Nuestro Señor Jesucristo cuando fue conducido al Monte del Calvario para ser crucificado. Por este motivo es llamada la Puerta Dolorosa.

(Don Giuseppe Roncalli – futuro padre de Juan XXIII, en Marco Adinolfi e Juan Bautista Bruzzone, En Tierra Santa con los papas, p. 92)

… y me pareció que en la suave armonía de nuestras almas respondiera desde todos los puntos de la basílica, ya envueltos en las sombras de la noche, el eco de todas las almas que han venido a orar aquí a lo largo de los siglos, que vinieron a rezar: almas de apóstoles, de caballeros, de santos.

(Benedicto XVI, en Benedicto XVI en Tierra Santa)

Al encontrarnos a nosotros mismos en este lugar santo y considerar ese maravilloso evento (de la Resurrección), ¿Cómo no podemos sentirnos “perforados del corazón”, así como aquellos que escucharon por primera vez la predicación de Pedro el día de Pentecostés?


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