20 Junio 2019

Un museo en un lugar único: el Convento de San Salvador

Exiliados por los turcos del Monte Sión, los franciscanos encontraron refugio, en 1559, en un antiguo convento georgiano situado en el corazón de Jerusalén. En los archivos de la Custodia de Tierra Santa, varios documentos se hacen eco del lento proceso de transformación del convento de San Juan el Teólogo -llamado «convento de Amud», es decir, de la Columna- a ser el convento de San Salvador. «Los franciscanos recorrieron toda la ciudad en busca de un lugar adecuado. Vieron que varias iglesias pertenecientes a los georgianos permanecían vacías, mientras que en el convento de Amud sólo había tres mujeres georgianas. Las autoridades otomanas, en la persona del sultán, autorizaron la instalación de los franciscanos en el convento, pero no tuvieron en cuenta la resistencia de los georgianos, que no tenían intención de ceder un lugar que les pertenecía desde el siglo V», dice Tamila Migaloblishvili en su libro Georgianos en Tierra Santa, publicado en 2014.

El año 1559 marca la compra del convento y de la iglesia por fray Bonifacio de Ragusa, guardián de la comunidad franciscana. «En los años siguientes, los frailes compraron a los georgianos la casa, los huertos y los viñedos adjuntos al convento. Con el acuerdo del sultán, los franciscanos repararon y modificaron el convento», continúa Tamila Migaloblishvili. De hecho, el edificio, de configuración típicamente oriental, estaba dotado de una iglesia destinada al uso exclusivo de las monjas. Sin embargo, al mismo tiempo, el Concilio de Trento (1545-1563) dio nuevas indicaciones para la creación de la iglesia pastoral.

Fray Metodio Brlek en La Iglesia del Salvador – historia y arte, dice: «Esta pequeña iglesia (verdadera iglesia doméstica, porque parte del monasterio/convento) en el primer siglo de pertenencia franciscana, vio renacer –después de la Edad Media– una vida católica de forma organizada en la Ciudad Santa, quiero decir, la sede y el centro de la primera parroquia católica en Jerusalén». La creación de la Congregación para la Propaganda Fidei en 1622 no hizo más que fomentar esta actividad pastoral de los frailes.

«El hecho de estar en la ciudad y no fuera de las murallas, como en la época de su primera casa en el Monte Sión, cerca del Cenáculo, significó para los franciscanos un contacto permanente y más regular con la población local», dice fray Metodio.

Para examinar la historia del convento y de la iglesia, basta seguir la vida de esta primera comunidad católica parroquial de Jerusalén que, durante casi dos siglos, sería la única institución católica de la ciudad. Las fuentes recuerdan, en 1664: 68 fieles, en 1719: 320 fieles, hasta llegar a estos tiempos, en los que la parroquia de San Salvador, todavía bajo la responsabilidad de los franciscanos y activa en varios lugares de culto, ¡cuenta con unos 6,000 fieles! El convento aún atiende la vida comunitaria de los frailes y acoge a un centenar de ellos, muchos de los cuales son estudiantes del seminario internacional de la Custodia.

«Estamos en el corazón vivo de la Custodia de Tierra Santa, su casa madre. Actualmente estamos en la primera fase del proyecto: estamos retirando las capas de cemento y los pisos modernos construidos en los años 80 para liberar las estructuras antiguas y poder estudiar, comprender y desarrollar un proyecto arquitectónico que respete este lugar y su historia. En una segunda fase tendremos que realizar un trabajo de reconstrucción en 3D para tener una imagen lo más precisa posible de dichas estructuras. Esto nos permitirá medir el espesor de las paredes, sus necesidades en cuanto a consolidación, su textura o el nivel de humedad. Nos encontramos ante un imperativo y una exigencia de conservación de las obras que se expondrán, sin olvidar todos los requisitos de un museo internacional: la recepción de los visitantes con ciertos estándares, la fluidez del itinerario, la seguridad y las salidas de emergencia. Naturalmente,  todo esto no está presente en un edificio con una estratificación histórica tan compleja», afirma Vincenzo Zuppardo, arquitecto de la Custodia de Tierra Santa y responsable del proyecto del Terra Sancta Museum en su Sección Histórica.

Es también un desafío para Jérôme Dumoux, museógrafo de esta parte del museo: «la Sección Histórica se ubicará en 20 salas de diversos tamaños, dispuestas en espacios de épocas diferentes y preexistentes, un poco como la historia de los franciscanos en Tierra Santa, desde su Llegada hace 800 años hasta la actualidad. Queremos una escenografía que pueda encarnarse en este lugar único y al mismo tiempo ser muy contemporánea y comparable a la de los grandes museos. Debe valorarse la importancia de este lugar y la colección, presente en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Personalmente soy partidario de una escenografía sobria que favorezca el juego de luces, los puntos de vista, las perspectivas, el refinamiento y la suavidad de los colores para dar un lugar destacado a estas obras excepcionales. ¡Una escenografía “de éxito” es una escenografía que no se puede predecir! Uno de los grandes desafíos será la conservación de los ambientes y de las obras: por ejemplo, debemos imaginar en adelante el manejo de los ropajes litúrgicos. Algunos de ellos se han mantenido alejados del polvo y la luz durante siglos, naturalmente no hay intención de dañarlos ahora. Otras obras, ofrecidas al culto, deben poder “salir” del museo con motivo de liturgias o préstamos. ¡Nos encontramos ante obras “vivas” que pueden tener mucho valor! También hay que prever los costes de la instalación… En definitiva: ¡cuesta mucho trabajo!»

https://www.youtube.com/watch?v=cC829H3FJYA

(Traducido del francés por Jorge Trejo Olivares)

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