31 Agosto 2021

Verde, blanco, rojo, negro… ¿Cómo entender los colores de la liturgia católica?

de OLIVIER RENARD

¿Quién no se ha preguntado alguna vez, durante un servicio litúrgico, por qué los sacerdotes se visten de diferentes colores durante el año? Verde, blanco, rojo, negro, morado, rosa y en ocasiones hasta azul y dorado… La liturgia católica utiliza diferentes tonalidades según las celebraciones, pudiendo confundir a aquellos que no están iniciados en estos códigos.

¿Por qué exactamente estos colores? ¿Cuáles son sus significados y usos?

 

 

Antes de llegar al centro de la cuestión, conviene señalar que la mayoría de las costumbres litúrgicas no fueron consensuadas al comienzo del cristianismo, sino que se han ido desarrollando a lo largo de los siglos. El color, en particular, no es una excepción a esta regla, e incluso hoy en día no estamos seguros de los códigos de vestimenta del período cristiano primitivo (es decir, hasta su adopción como religión oficial por Constantino en 313) [1].

«Al principio, la vestimenta de la Iglesia no era tan diferente a la de la gente», dice Alan Schreck, profesor estadounidense de teología [2]. En cualquier caso, parece que el blanco apareció a partir del siglo IV y se utilizó hasta el siglo IX para la liturgia del tiempo ordinario [3].

 

A lo largo de los siglos, aparecieron otros colores sin que hubiera una armonización general por parte de la Iglesia. No fue hasta finales del siglo XII cuando se hizo el primer intento de estandarizar el uso en todas las parroquias, por iniciativa del futuro Papa Inocencio III. En su tratado De sacro altaris mysterio, definió un primer canon de colores litúrgicos consistente en blanco, verde, rojo y negro. A estos se agregó el púrpura, visto como una variación del negro en su simbolismo de penitencia, permitido el cuarto Domingo de Cuaresma (Laetare). [4]

«Explicó la elección de cada uno de estos colores asociándolos con un significado simbólico y espiritual correspondiente a una fecha en el calendario litúrgico. […] Este código papal empezó a circular, pero fue el Rationale divinorum officiorum de Guillaume Durand, obispo de Mende, lo que impulsó una adhesión más amplia a las indicaciones de Inocencio III durante el siglo XIV. Durand consideró que el blanco, el rojo, el negro y el verde eran los colores fundamentales de la liturgia, pero también aceptó el uso del púrpura y el dorado dentro de la iglesia romana. […] Sin embargo, el proceso de estandarización avanzaba lentamente ya que, en la práctica, el interés estaba más centrado en la calidad de la ropa, así como en los colores utilizados tradicionalmente.
En 1570, la Ordo Missae promulgada por San Pío V proporcionó a la Iglesia un instrumento ecuménico de unidad litúrgica. [5] Los colores prescritos eran los indicados por Inocencio III, pero en algunos casos se permitía el uso de otros colores que se usaban tradicionalmente. (Nota del autor: así nació el azul como un privilegio litúrgico). Además, el rosa y el morado se consideraron dos tonos del mismo color». [6]

¿Pero cuál es la situación hoy en día?
Si el Novus Ordo Missae de 1969 del Papa Pablo VI provocó un cambio profundo en la liturgia católica romana, esta reforma no trató en profundidad la cuestión de los colores litúrgicos. Así, el uso actual sigue siendo muy cercano a la reforma de San Pío V, consagrando a su vez una tradición centenaria. Por lo tanto, con algunas variaciones, se puede decir que el uso de colores en las vestimentas de la liturgia se ha mantenido similar en la historia cristiana romana, al menos durante un milenio.

 

Colores litúrgicos oficiales:

 

Verde

Color del tiempo llamado «ordinario» (en el sentido de habitual, coloquial), su uso se extiende a dos etapas en el calendario litúrgico: entre el bautismo de Cristo (primer Domingo después de la Epifanía, 6 de enero) y el Miércoles Ceniza (que indica la entrada en la Cuaresma, 47 días antes de Pascua), y después entre Pentecostés (séptimo Domingo después de Pascua) y el Adviento (las cuatro semanas antes de Navidad).

El verde está ligado a la naturaleza y a la renovación de la vegetación, simboliza la esperanza en la Resurrección, fundamento de la fe cristiana.

 

 

Rojo

Color del fuego y de la sangre, el rojo es el símbolo del Amor, la Caridad, el sacrificio y el martirio.

Se utiliza durante la Semana Santa en el Domingo de Ramos y el Viernes Santo, el día de Pentecostés, en de la celebración de la Preciosísima Sangre, para las fiestas relacionadas con los apóstoles y santos mártires, para las fiestas relacionadas con las santas reliquias y durante las celebraciones de la Invención y la Exaltación de la Cruz. También se puede utilizar para la Misa del Sacramento de la Confirmación, si el día no coincide con otra fiesta.

 

 

Blanco

El blanco es el color de la luz, la pureza, la gloria y la alegría.

Se utiliza para todas las celebraciones vinculadas a Cristo, excepto las de la Pasión (Navidad y Pascua en particular), para las fiestas de la Virgen, ángeles, santos no mártires y también para el nacimiento de San Juan Bautista. También es el color que se utiliza para administrar los sacramentos del bautismo y el matrimonio.

 

 

Negro

Color del luto, hemos visto que también se utilizaba durante la Edad Media para marcar tiempos de penitencia.

Desde el Concilio de Trento, el negro se usa el Viernes Santo, así como para los servicios de difuntos. Desde la reforma de Pablo VI, puede ser reemplazado por el púrpura (y de hecho lo ha sido en muchas parroquias).

  

 

Morado

Inicialmente usado como una variación del negro, el púrpura se ha convertido desde entonces en un color litúrgico propio, que simboliza la penitencia y el momento de prepararse para la venida de Cristo.

Por lo tanto, se usa durante la Cuaresma y el Adviento y puede, desde el Concilio Vaticano II, sustituir al negro.

  

 

 

Variaciones litúrgicas y privilegios:

 

Rosa

Concebido como una variación del púrpura, el rosa marca dos pausas que la Iglesia toma durante los tiempos de penitencia. Por lo tanto, simboliza «la relajación del morado», en preparación para las alegrías venideras.

El rosa se utiliza dos veces al año, el tercer Domingo de Adviento (Gaudete) y el cuarto Domingo de Cuaresma (Laetare). [7]

 

         

 

Amarillo/oro

Simbolizando la luz divina, el dorado o el amarillo se puede usar para reemplazar cualquier color, a excepción del morado y del negro.

 

Azul

El azul está asociado con el dogma mariano y, por lo tanto, sólo se puede usar durante las celebraciones relacionadas con la Virgen María, como la Asunción o la Inmaculada Concepción.

Se trata del único color que representa un verdadero privilegio litúrgico. Su uso fue autorizado por el Concilio de Trento solamente para los territorios que entonces poseían los reinos de España y Portugal, el antiguo Reino de Baviera, algunas iglesias en Nápoles, así como a la orden franciscana, debido a su defensa histórica del dogma mariano. Este privilegio continúa vigente hoy en día.

 

 

No podemos concluir esta breve presentación de los colores litúrgicos sin mencionar otros dos colores que se utilizaron, aunque raramente, y de hecho han desaparecido de la liturgia actual.

  • El marrón se veía como una variación del púrpura y por lo tanto un signo de Penitencia. Aunque ya no se usa, constituye sin embargo el color del hábito de las órdenes franciscana y carmelita.
  • El gris (o ceniza) era específico de Francia y, en particular, del rito de Lyon. Se usó principalmente el Miércoles de Ceniza.

 

(traducido del francés por Eduardo Moreno Calero)


[1] Gaffiot, Jacques-Charles, « Glossaire », in Trésor du saint sépulcre, Paris, Cerf, 2020, p. 234.
[2] Sector, Charlotte, « Reading the Color of the Vatican », ABC News, 6 janvier 2006, En ligne : https://abcnews.go.com/Health/Pope/story?id=640088&page=1 (visto el 18/08/21).
[3] Gaffiot, Jacques-Charles, op. cit., p. 234.
[4] Pettinau Vescina, Maria Pia, Paramenti Sacri. Dall’Europa alla Terra Sancta, Milan, ETS, 2019, p. 517.
[5] A diferencia del De sacro altaris mysterio de Inocencio III, que tenía el valor de un tratado y, por tanto, de una recomendación (sobre todo porque su autor aún no era Papa), el Ordo Missae de Pío V adquirió carácter vinculante en su publicación. En efecto, surgido del Concilio de Trento, extrajo su espíritu de una profunda reforma eclesial que pretendía la unidad del mundo católico romano y reafirmaba la primacía del Papa frente a la aparición de las reformas protestantes.
[6] Pettinau Vescina, Maria Pia, op. cit., p. 517. (traducción libre)
[7] Las dos palabras Gaudete y Laetare significan « alégrense ».

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