1 Noviembre 2021

La restauración de la farmacia de San Salvador, una actividad en el corazón del museo

de OLIVIER RENARD

Anteriormente expuesta en el antiguo museo del Studium Biblicum Franciscanum (SBF), en el convento de la Flagelación en Jerusalén, la farmacia se retiró de la exhibición en 2013 cuando se comenzó a trabajar en el proyecto del Terra Sancta Museum, el nuevo museo de la Custodia de Tierra Santa sobre la historia cristiana. Con la apertura de la futura sección histórica, programada para el 2023, la farmacia volverá a estar expuesta esta vez en el convento de San Salvador, volviendo así a su lugar de origen, donde se encontrará en un entorno completamente nuevo y muy próximo a su localización histórica.

Sin embargo, antes de que puedan volver a exponerse, se está produciendo una etapa importante en la conservación de estos objetos: su restauración.
¿En qué consiste la restauración y particularmente la de la farmacia de San Salvador? ¿Y por qué es necesario?
Volvamos a esta actividad central de los museos a través de tres preguntas.


 

1.¿Cuáles son las principales etapas de la restauración?

Antes de cualquier intervención, el objeto debe ser examinado a fondo, nos dice un restaurador. Esta fase preliminar de observación es crucial ya que es la que determinará todo el proceso de restauración. El objeto se examina en su estado general con el fin de identificar cualquier deterioro (fragmentos, grietas, partes faltantes, decoloraciones o incluso reparaciones posteriores) pero también se estudia en detalle para conocer su composición. Es en esta etapa donde se pueden analizar los materiales y los diferentes productos probados en las muestras tomadas para asegurarse que la pieza reacciona bien a la futura intervención. Por supuesto, dependiendo del objeto a restaurar, esto puede complicarse en diversos grados, siendo los pigmentos utilizados en la pintura, por ejemplo, mucho más sensibles a los agentes exógenos. Para material arqueológico o cerámica, los materiales de producción son generalmente bastante similares y la experiencia nos permite encontrar rápidamente los productos más adecuados.

          

 

Sin embargo, los tarros de la farmacia de San Salvador a veces tienen la dificultad de que les falte una parte completa, una parte de su estructura (la rotura de un asa, por ejemplo) o su decoración. Se trata entonces de reconstruir esta parte, respetando al máximo el perfil general del objeto, sus curvas, sus colores, los efectos de las texturas, etc., lo que a veces constituye un verdadero desafío. De hecho, en ausencia de los modelos o moldes originales, el restaurador debe entonces recrear esta parte faltante de todas las fuentes a su disposición (publicaciones universitarias, archivos, otras piezas originales si las hubiera, etc.). En el caso de la farmacia San Salvador, el importante número de recipientes conservados ha permitido a través de la comparación, establecer con bastante rapidez un modelo satisfactorio. Sin embargo, siempre son necesarios varios intentos para producir diferentes muestras que luego son evaluadas y seleccionadas de acuerdo con el equipo científico del museo.

         

 

Por último, una discusión final en esta etapa también tiene como objetivo analizar el entorno de exposición. Igual de importante, este trabajo pretende anticipar esta vez el deterioro al que estará sujeto el objeto después de su restauración para poder prevenir daños futuros. Por ejemplo, ¿el objeto se exhibirá en el interior o en el exterior entrando en contacto con el viento o la lluvia? ¿Estará protegido contra la manipulación? ¿Estará expuesto a los rayos ultravioleta del sol o a los destellos de las cámaras de los visitantes?

Es después de esta larga etapa de preparación cuando puede comenzar la restauración propiamente dicha.
En el caso de la farmacia se utiliza un material en particular: una pasta obtenida mezclando yeso y una emulsión acrílica.
Debido a la similitud del material de la estructura de los tarros por su composición y su color blanco, el yeso se utiliza para todos los casos de astillas, grietas y partes faltantes: reemplaza eficazmente la pasta a base de arcilla y se utiliza como relleno. Además, gracias a la emulsión acrílica, el yeso es más sólido y se refuerza su adherencia a la estructura original.
Después, para las partes que requieran una reproducción de la decoración pintada, se aplica una capa de pigmento a base de «gouache» de alta calidad. Por último, una resina acrílica lo cubre todo. Esta última capa permite proteger todo del entorno exterior, incluidos los rayos ultravioletas y los destellos, y reproducir el efecto brillante del esmalte original.

   

 

2. ¿No existe el riesgo de enmascarar el historial de los objetos al restaurarlos?

De hecho, si el interés de exhibir objetos proviene de la historia que transmiten, ¿no deberíamos dejarlos como nos han llegado? El contexto original de cada pieza es a menudo el elemento principal del discurso. Su historia desde este contexto, el uso y por lo tanto el deterioro son necesariamente una parte importante de él y, por lo tanto, puede parecer lógico dejarlos para que todos los conozcan.
Por tanto, siempre se cuestiona la relevancia de una restauración (excepto quizás en el caso de que la integridad del objeto esté realmente amenazada) y el debate tampoco se ha resuelto definitivamente entre los partidarios de una restauración completa e invisible o una mínima y visible restauración.

Es claro que el proyecto museográfico tiene un papel importante que jugar en el proceso de toma de decisiones (si se exhibe solo o en grupo, por sí mismo o como accesorio de un grupo mayor, por su contexto según su origen o en una reconstrucción). Además, las decisiones sobre restauraciones se hacen caso por caso, aunque desde la Carta de Venecia de 1964 la línea de conducta tiende en todos los casos a actuar en la dirección a una reconciliación con el estado original establecido de cada objeto (luchando contra cualquier restauración arbitraria, más común en el siglo XIX).

  

 

En cuanto a la farmacia de San Salvador, se tomó la decisión de acercarnos en la medida de lo posible al estado que muestran los archivos [1]. El interés de la restauración se justifica entonces también en el deseo de ofrecer una experiencia inmersiva en una farmacia recreada, a diferencia de la presentación tipológica que caracterizó al antiguo museo del SBF en el convento de la Flagelación. Por lo tanto, es necesaria cierta unidad, especialmente porque la presentación de tarros de porcelana incompletos tiene poco interés científico.

Ejemplo de una antigua restauración hecha por un fraile

 

Sin embargo, aunque pretenden ser discretas, estas restauraciones serán visibles. Adoptando una posición intermedia, el proyecto museográfico de esta farmacia contempla, en paralelo a una fiel y completa reconstitución, poder ver los diferentes trabajos que se han realizado individualmente sobre estos recipientes a lo largo del tiempo, desde las primeras reparaciones de los frailes hasta la contemporánea restauración profesional.

 

 

   

 

3. Por último, ¿la restauración solo tiene impacto sobre el objeto?

La prioridad de cualquier restauración es, por supuesto, el objeto, ya sea para recuperar su forma original, con todo su esplendor, o para preservarlo de un deterioro futuro. Sin embargo, a partir de nuestras últimas observaciones se puede entender fácilmente que su impacto adquiere un sentido mucho más amplio que el mero objeto de trabajo. Debido a que la restauración está directamente sobre la pieza, se vea o no, actúa sobre lo que percibimos de la obra. Como consecuencia, es la experiencia que tiene el visitante del objeto la que también es moldeada por la restauración. Tomar conciencia de esto es darse cuenta de que un museo no es un lugar neutral de exposición y, de ese modo, la restauración es una actividad del proyecto del museo por derecho propio.
Además, es en este sentido, el de la transparencia de las actividades y del proyecto museístico, donde los museos han ido progresando gradualmente durante los últimos veinte años, mostrando el trabajo realizado entre bastidores para que todos lo vean. Sin embargo, hay que entender que este deseo de transparencia es también una forma de comunicar más libremente tanto sobre la propia actividad como sobre las elecciones científicas y decisiones de política museística, y así defenderlas públicamente (tanto con su público como con sus benefactores).

 

Cuando nos acercamos a un museo, muchas veces solo percibimos la parte visible del iceberg, o, en otras palabras, los espacios de exposición. Pero la realidad de su actividad es siempre más compleja. Por ello, mirando un poco más de cerca, como será en el caso de la futura exhibición de la farmacia de San Salvador, cada uno puede aprender mucho sobre la obra y las decisiones de las que surgen estas exposiciones.
Por encontrarse en la encrucijada de varias cuestiones (técnicas, científicas o políticas), la restauración es una operación imprescindible en la actividad museística. Pero se revela al mismo tiempo como un proceso completamente único, ya que, más que ningún otro, supone un puente entre diferentes disciplinas científicas que a primera vista pueden parecer muy lejanas: arqueología, historia e historia del arte, por un lado, o incluso la física y la química.

 

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> Lee más sobre la collección de la farmacia de San Salvador

(traducido del francés por Eduardo Moreno Calero)


[1] La farmacia fue fundada en el siglo XIV y estuvo en funcionamiento hasta 1917. Durante todos estos años su forma y composición han cambiado mucho. Sin embargo, los archivos visuales más antiguos de que dispone la Custodia de Tierra Santa se remontan a finales del siglo XIX. Por lo tanto, es este estado en el que se ha conservado especialmente al ser el más cercano a su última disposición.

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