28 Septiembre 2023

Los talleres del convento de San Salvador, de ayer a hoy

de HENRI DE MEGILLE

En el corazón del barrio cristiano de Ciudad Vieja en Jerusalén, el convento de San Salvador es un hormiguero que alberga numerosas actividades. Si la vieja farmacia o la imprenta franciscana son ahora muy conocidas, otros talleres tradicionales, que han permanecido fuera de la vista, dan testimonio del dinamismo de este convento y de las contribuciones de los frailes de la Custodia de Tierra Santa. He aquí un panorama general.


El molino harinero y panadería donde se trabajaba día y noche para proporcionar el pan de cada día a 5 conventos, a los pobres y a los peregrinos. El horno de dos pisos consumía una tonelada de harina por día y horneaba 2.700 panes por día, 12.000 por semana, la mayoría de los cuales se distribuía entre los pobres y el resto en los conventos.

Cuando misión rima con formación

«Trabajé con las manos y quiero trabajar; y a todos los hermanos, deseo firmemente que se dediquen a un trabajo honesto.», comparte San Francisco de Asís en su testamento. El espíritu franciscano considera el trabajo como una virtud. Es también una necesidad en el contexto de Tierra Santa, donde los frailes han aprendido a vivir en autosuficiencia porque eran los únicos cristianos latinos autorizados a permanecer en Jerusalén. Desarrollaron entonces una amplia gama de oficios para cubrir inicialmente sus necesidades: molinero, panadero, herrero, organero, zapatero, encuadernador, lavandero, sastre, carpintero, ebanista, cantero… Posteriormente, un buen número de aprendices árabes, procedentes delorfanato franciscano y sus escuelas, fueron capacitados para luego abrir sus propios negocios por toda Palestina.

En 1730 había sólo unos pocos aprendices. Eran 120 trabajadores calificados a mediados del siglo XX y sus actividades se mantuvieron hasta la década de 1970. En aras de la transmisión y la formación, los frailes han contribuido significativamente al desarrollo económico de la Ciudad Vieja de Jerusalén y más allá… Estos talleres de San Salvador son testimonio del antiguo y estrecho vínculo entre los frailes y las poblaciones árabes de la Ciudad Santa. Una exposición en el convento les rindió homenaje y sus huellas aún son visibles en el laberinto que es la casa madre de los franciscanos de Tierra Santa.

Algunos talleres que desaparecieron

Para acercarse una descripción de los antiguos talleres de San Salvador, es necesario tener a mano el álbum imprescindible de la Misión Franciscana de Tierra Santa, 1er volumen Judea y Galilea (Gualassini & Bertarelli) de 1893, así como el álbum dedicado al convento en el directorio Sanctuaria Terrae Sanctae de 1895. A través de fotografías que se encuentran entre las primeras tomadas en Oriente Medio, dan testimonio de la vida cotidiana de los frailes en la Palestina otomana. Algunas revelan instalaciones sorprendentes…

La increíble máquina de vapor

Desde el siglo XIX hasta principios del XXI, el «patio de los talleres» albergó actividades en la planta baja, empezando con una extraordinaria máquina de vapor. Consistía en un sistema mecánico con un eje giratorio sobre el que se fijaban unas correas que suministraban energía a todas las máquinas herramienta del convento: forja, carpintería, tipografía, molino harinero… El eje de rotación de este súper dinamo medía la longitud del edificio de la actual biblioteca de la Custodia. Estaba firmemente fijado a la pared mediante potentes soportes como el que aún se ve en la sala de lectura, que es el último vestigio conservado.

La fragua de los frailes

Dicha fuente de energía desapareció con los talleres que alimentaba, en primer lugar la fragua. A principios del siglo pasado, la fragua empleaba a 8 trabajadores bajo la dirección de un fraile. En San Salvador se fabricaban rejas, barandillas y herrajes de todo tipo. Se encuentran en las iglesias de Palestina, aunque desde entonces algunos elementos han sido reelaborados. En la foto de recuerdo del taller observamos volutas metálicas, al igual que las rejas de hierro forjado de la actual Oficina de Bienes Culturales de la Custodia. Se trata en realidad de elementos decorativos realizados para la antigua Basílica de la Anunciación en Nazaret. Estas barandillas se colocaron al nivel del altar y a ambos lados de la escalera que conduce a la cripta. Demasiado estrecha, la basílica fue reconstruida en 1969 por el arquitecto Giovanni Munzio y hoy es la más grande de Oriente Medio.

«Para dar el tono»: la fábrica de órganos

Para acompañar la liturgia en Tierra Santa, era importante equipar a las iglesias con órganos de tubos, en particular la Iglesia Madre del Santo Sepulcro, ¡y enseñar música! Agostino Al’Ama, del orfanato de los frailes, pasó casi 70 años en el Santo Sepulcro como organista. Director de la «Schola Cantorum de Tierra Santa», fue también un talentoso compositor que dio origen a numerosas innovaciones en la música palestina contemporánea. Los frailes aún recuerdan al franciscano español Delfino Fernández Taboada, último constructor de órganos de la Custodia. Hoy es el especialista austriaco Rieger quien se encarga del mantenimiento técnico de los órganos de la Custodia.

Los restos de los órganos más antiguos que se conocen se conservan en las colecciones del Terra Sancta Museum. Este es el órgano de la Iglesia de la Natividad en Belén. Sin duda, fue llevado a Tierra Santa por los cruzados franceses antes de ser enterrado bajo tierra a finales del siglo XII y redescubierto, casi por coincidencia, en 1906. Se expondrá en el corazón de la Sección Histórica, actualmente en construcción en el convento de San Salvador. Esta tradición de música de órgano continúa hasta el día de hoy y en varios países de la Custodia con el Festival de Órgano Terra Sancta: [https://www.tsorganfestival.org/]

Artesanía de hilados: zapatería y encuadernación.

El álbum de 1893 informa de la existencia de un taller de reparación de calzado activo en San Salvador. Siete trabajadores y aprendices confeccionaron sandalias para 500 religiosos, pero también para «huérfanos y necesitados». Sus modelos se pueden encontrar todavía hoy en las tiendas locales.

La encuadernación es un oficio que asegura la durabilidad de los libros, cosiendo sus páginas. El maestro encuadernador también se encargaba de restaurar los libros desgastados. Las salas del convento conservan, junto a antiguas prensas del centro de Europa, una perforadora que permitía, tras la impresión, cortar los bordes del cartón y el cuero para finalizar el trabajo de encuadernación. Si este oficio manual ha desaparecido del convento, la Imprenta Franciscana todavía existe y sus máquinas han sido trasladadas a Betphagé en el Monte de los Olivos.

Talleres aún en funcionamiento.

Los talleres de San Salvador son testigos del antiguo y estrecho vínculo entre los frailes y las poblaciones árabes de la ciudad santa. Siguiendo esta tradición, la Custodia cuenta hoy con cerca de 1.200 empleados, de los cuales, una parte importante son trabajadores y artesanos del convento.

La sastrería o ¡alta costura franciscana!

«Es un asunto tranquilo y sereno que la venerable barba blanca del jefe ilumine con un halo patriarcal» … así describió a la sastrería el padre Buenaventura Sanson en 1939, en la revista de Tierra Santa. Con una decena de empleados, este servicio, que reúne a la lavandería y al sastre, es una de las actividades más dinámicas de la Custodia. Al servicio de hermanos, santuarios, escuelas y peregrinos, la sastrería gestiona el ciclo de lavado de la vestimenta religiosa y confecciona cada año alrededor de un centenar de hábitos franciscanos.

Sus actividades se ubicaban en el corazón del convento, en el actual patio ocupado por la asociación Pro Terra Sancta que ayuda a las obras de la Custodia. Reconocemos la ubicación del lavadero por su aljibe cuya reserva de agua se utilizaba para la limpieza. La polea con su bandeja permitía secar la ropa en el patio superior donde se planchaba y remendaba.

Carpintería modernizada

A finales del siglo XIX, la carpintería de San Salvador empleaba a 28 trabajadores con sus aprendices. En San Salvador se fabricaron los bancos de los santuarios, los confesionarios y las puertas de numerosas iglesias. Maurizio, carpintero profesional, voluntario en Bienes Culturales da testimonio de esta emulación: «Cuando miro lo que se ha hecho, veo allí la fe de los artesanos que, como yo hoy, estaban al servicio de la Custodia. (…) Descubrí que algunos de los muebles que prefiero en la Custodia fueron creados en la época en que aquí había una carpintería, dirigida por frailes que tenían como ayudantes y aprendices a los habitantes de Jerusalén y sus alrededores. (…) Y la artesanía local también se vio influenciada por su presencia.»

Los conocimientos de carpintero y ebanista se transmiten hoy por Khalil Shaeed y sus asistentes. Durante solemnidades como la Visitación del 31 de mayo, los artesanos construyeron, por ejemplo, un altar monumental dedicado a la Virgen María que es honrada al final de una gran procesión en el barrio cristiano.

La Oficina Técnica y su legado

En la línea directa de los canteros y constructores de ayer, la Oficina Técnica se ocupa de las labores de mantenimiento de los santuarios y conventos de la Custodia. Renovación de la capilla latina del Santo Sepulcro, del refectorio de San Salvador, obras del Terra Sancta Museum… sus ocho trabajadores, reforzados por técnicos externos, están en todos los frentes. Los talleres del pasado se han profesionalizado naturalmente e incorporan también arquitectos, ingenieros, técnicos en sistemas, etc.

Aún hoy, aunque las necesidades han evolucionado, la Custodia sigue manteniendo este tipo de formación en oficios manuales con la comunidad local. Este es el caso del Centro del Mosaico de Jericó [https://mosaiccentrejericho.com] o los talleres de formación arquitectónica organizados por el Terra Sancta Museum en colaboración con la Universidad de Belén [La Universidad de Belén y el Terra Sancta Museum, una alianza de competencias | Terra Sancta Museum]. El proyecto del Terra Sancta Museum, llevado a cabo in situ por un joven equipo palestino e internacional, se inscribe en esta continuidad: el espíritu de aprender y compartir conocimientos, pero aún más el gusto por la belleza heredado del linaje de artesanos del convento de San Salvador.

(Traducido del francés por Jorge Trejo Olivares)

Agradecimientos :

Se agradece a Fr. Stéphane Milovitch ofm, Director de la Oficina de Bienes Culturales de la Custodia de Tierra Santa, y a Marie-Armelle Beaulieu, Directora de la revista Terre Sainte, la recopilación de los archivos y memorias.

Compartir
email whatsapp telegram facebook twitter